Las portadas románicas eran las puertas de entrada a los templos, aparecen generalmente decoradas con esculturas de temática religiosa. La decoración se concentra en las portadas con el fin de atraer la atención de los fieles que se acercan a las iglesias, con el fin de invitarlos a meditar e instruirlos, teniendo por tanto, una finalidad didáctica. En una época en que la cultura solo estaba al alcance de unos pocos privilegiados, la iglesia se preocupó por realizar una sencilla catequesis en imágenes de piedra para que el resto de la sociedad entendiera su mensaje.
En el dintel y los capiteles de las jambas se
solían situar escenas o símbolos relacionados con el tema de la portada.
En las jambas se colocaban estatuas de
apóstoles, santos o personajes del Antiguo Testamento.
El parteluz, es el elemento que divide el
vano de acceso en dos partes, y en él podía aparecer la imagen de Cristo, la
Virgen o el santo o santa bajo cuya advocación se había construido el templo.
Todas estas imágenes suelen tener las
características propias de la escultura románica, como son el hieratismo,
solemnidad, simetría, disposición jerárquica de las figuras (las más
importantes son de mayor tamaño) y la adecuación al marco arquitectónico
(horror vacui, se ocupa con imágenes todo el espacio disponible, adaptándose
las figuras al espacio existente).
En algunos ejemplos han perdurado restos de
policromía, por lo que estas portadas debían estar completamente policromadas.
Ejemplos de portadas románicas son la de San
Pedro de MoIssac, Santa Fe de Conques y el Pórtico de la Gloria de Santiago de
Compostela.