LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
ANTIGUA BASÍLICA VISIGODA DE SAN
VICENTE
En el subsuelo del Conjunto
Monumental de la Mezquita Catedral se encuentran los restos de la Basílica
visigoda de San Vicente. Bajo el oratorio fundacional de Abderramán I, se
localiza un habitáculo de planta rectangular que comunica con la nave central de
un edificio basilical. Los muros están conformados por mampostería y ladrillo,
datándose en el siglo VI.También se encuentra una construcción de cabecera
absidial y restos de un depósito de agua que podía haber sido una pila
bautismal. Se completa el conjunto con mosaicos que corresponden al pavimento
de una de las estancias del conjunto de la primitiva basílica. Siguen la
tradición romana y paleocristiana.
MEZQUITA FUNDACIONAL DE
ABDERRAMÁN I
Esta primitiva mezquita adopta
una planta tipo basilical inspirada en la mezquita de Damasco. Se divide en
once naves perpendiculares al muro de la quibla. Estas se separan por arquerías
superpuestas que marcarán el desarrollo del edificio. Es una solución muy
creativa que permitía la reutilización de materiales romanos y visigodos,
pertenecientes a otras construcciones previas como es el caso de la Basílica de
San Vicente.
Los muros son construidos con
sillares de piedra caliza dispuestos a soga y tizón y el suelo compuesto de una
gruesa capa de argamasa sobre tierra apisonada. La techumbre, de madera, a dos aguas al exterior y con vigas talladas
en su interior.
AMPLIACIONES DE ABDERRAMÁN II
Esta ampliación responde a la
necesidad impuesta por el desarrollo demográfico de la ciudad. Así, la sala de
oración crece en ocho nuevas naves hacia el sur.
Se opta por continuar con el
sistema de doble arcada con la novedad de suprimir las basas de las columnas.
Se completa con elementos de decoración arquitectónica como son los capiteles.
Se tuvo que destruir el antiguo muro de la quibla y la construcción de uno
nuevo hacia el exterior en forma rectangular. A él pertenecían los dos pares de
columnas que, en la actualidad, se ubican en el mihrab de Alhakén II.
LA MEZQUITA DE ABDERRAMÁN III
Modifica la fachada de las salas
de oración hacia el patio. Superpone una galería de once arcos de herradura que
apoyan sobre columnas de fustes rosas y capiteles corintios.
Su aportación más importante será
la construcción del nuevo alminar que será imitado en Sevilla, Marrakech o
Rabat, e incluso en algunas torres de la arquitectura románica. De planta
cuadrada se divide en dos cuerpos de diferente altura, estructurados en torno a
un machón central del que partían dos escaleras. El segundo cuerpo estaba
decorado con una cúpula de bronce dorado en la que se insertaba el yamur. En la
actualidad sus restos se encuentran integrados en la Torre Campanario y que se
pueden visitar en su interior.
INTERVENCIÓN DE ALHAKÉN II
El esplendor político, económico
y cultural de la Córdoba de Alhakén II encuentra su más perfecta manifestación
en la ampliación que realiza en la mezquita. Su aportación, teniendo como
referente el planteamiento original, supone le desarrollo de una intervención
marcada por la innovación, la riqueza o la creatividad, nociones que se hacen
visibles desde los arcos de acceso y que convertirán a este espacio en un
referente de la arquitectura universal. Entre las novedades que se introducen
figura un novedoso concepto decorativo, materializado en atauriques, mármoles y
mosaicos.
Se sumarán al oratorio doce
tramos hacia el sur, dando como resultado un recinto alargado que potencia a la
maqsura y al mihrab como puntos de especial atención. Asimismo, el espacio es
realzado con la construcción de cuatro lucernarios, el primero de ellos en el
acceso a esta ampliación y los otros tres precediendo al mihrab. Su función es
la de otorgar mayor iluminación y muestran una planta rectangular cubierta por
una falsa bóveda de arcos entrecruzados.
EL MIHRAB
En el espacio de la maqsura,
inserto en la zona central del muro de quibla, se localiza el mihrab. Situado
entre las portadas de la cámara del tesoro y del sabat, se dispone como punto
focal de la aportación que realiza Alhakén II en la Aljama. Sin embargo, no es
sólo el lugar hacia el que se orienta el rezo, sino también el enclave en el
que converge el desarrollo constructivo de esta ampliación, el espacio hacia el
que el espectador, asombrado por la riqueza y plasticidad, dirige su mirada.
El mihrab ya no es una simple
hornacina sino que se plantea como un espacio de proyección, transformándose en
una pequeña estancia de planta octogonal cubierta por una cúpula de venera. Su
alzado se asienta sobre un zócalo de mármol que es recorrido por una sura coránica
y una inscripción alusiva a los artífices de la obra. En la parte superior,
sobre los paños del muro, se emplazan arquillos ciegos trilobulados junto a una
abundante decoración de ataurique.
Su portada se estructura a través
de un arco de herradura peraltado en el que se concentra la decoración de
mosaicos que enlaza con la tradición de Bizancio, aportada por la labor de los
artesanos enviados por el emperador Nicéforo II. Estos mosaicos se extienden a
lo largo de las dovelas con una ornamentación geométrica y vegetal, pero
también en las inscripciones que recogen los versículos del Corán. A la riqueza
aportada por los mosaicos se añaden los tableros de ataurique que muestran el
motivo temático del "árbol de la vida”.
AMPLIACIÓN DE ALMANZOR
La extensa intervención de
Almanzor en la Aljama cordobesa no supuso ningún aporte novedoso desde un punto
de vista plástico. En contraste con la riqueza de la ampliación de Alhakén II,
el despiece de las dovelas de los arcos es fingido por el uso de pintura, sin
presentar alternancia entre piedra y ladrillo. A pesar de ello, la contribución
de Almanzor sí que resultó relevante en clave espacial. No olvidemos que no
sólo procede a la consagración en el uso del característico módulo
arquitectónico, sino que además configura definitivamente un recinto amplio y
proporcionado. Por lo que esta fase constructiva, de ocho nuevas naves hacia el
lado oriental, supone la pérdida del tradicional eje axial que articulaba el
edificio y conlleva la correspondiente ampliación del patio hacia el este, al
que dota de un aljibe subterráneo.
Por otra parte, no podemos
olvidar que la mezquita de Almanzor también brinda una novedosa lectura, la que
es ofrecida por el testimonio de los canteros que intervienen en esta fase,
como se manifiesta en las marcas labradas en fustes y capiteles.
Fuente: Página web de la Mezquita Catedral de Córdoba.