En el siglo I a. C., la tribu gala de los parisii se instala en una isla en medio del Sena, la que será la isla de la Cité, y crean la ciudad de Lutecia. En el siglo V, toma el nombre de París. En el siglo VI, Clodoveo, primer rey de los francos, instala en el Palacio de la Cité su residencia real. Su hijo, Childeberto, hace construir la primera catedral de París. A finales del siglo X, Hugo Capeto, primer rey de los Capetos, establece su consejo y su administración en el palacio, que se convierte así en sede del poder real.
EL PALACIO ABANDONADO POR LOS REYES.
Cuando en 1248, durante el reinado de Luis IX, se consagra
la Sainte Chapelle, la cercana catedral de Notre Dame ya tiene su fachada
actual. En 1358, los consejeros del rey Juan II el Bueno, son asesinados
delante del Delfín, el futuro Carlos V. Una vez coronado, este decidirá vivir
en lugares más protegidos en el hôtel Saint-Pol, una de sus residencias
parisinas, de la que ya no queda nada, y luego en el Louvre y en el Vincennes.
La administración real, el Parlamento, la Cancillería y la Chambre des Comptes
permanecen un tiempo instaladas en el palacio capeto. Al correr de los siglos,
sólo subsistirán la función judicial y la prisión a ella vinculada.
La Sainte-Chapelle y la Conciergerie son las únicas partes
que pueden verse todavía del palacio más antiguo de los reyes de Francia.
Luis IX mandó construir la Sainte-Chapelle entre 1242 y 1248
para conservar las reliquias de la Pasión de Cristo. La más conocida de ellas
es la Corona de Espinas, adquirida en 1239.
Las sagradas reliquitas habían
pertenecido a los emperadores de Constantinopla desde el siglo IV. Al
comprarlas, Luis IX incrementa el prestigio de Francia y de París, que se
convierte a los ojos de Europa medieval en una “Nueva Jerusalen”, y por tanto
en segunda capital de la cristiandad.
Durante el periodo
revolucionario, la Sainte Chapelle, símbolo del derecho divino de los reyes,
sufre numerosos deterioros. Sin embargo, los vitrales se mantienen. En 1846
comienza una gran campaña de restauración a la que se debe el aspecto actual
del edificio.
Desde el principio, las reliquias
se situaron en la capilla superior para su veneración. Sólo el rey y sus
allegados, así como el colegio de canónigos encargado de los oficios, accedían
a ellas a través de la terraza exterior, que estaba unida al Palacio. La
capilla inferior era el lugar de culto del personal del Palacio.
La planta, de tipo basilical y
con un ábside semicircular, es muy sencilla. Servirá de modelo para otras Santas
Capillas como la de Vincennes y la Chàteaudun.
LA CAPILLA INFERIOR
La estatua de la Virgen, patrona
del santuario, recibe al visitante en la portada. Tanto la decoración
escultórica de la portada como la restauración de la policromía del interior
datan del siglo XIX. En el ábside de la izquierda, sobre la puerta que daba a
la antigua sacristía, hay un fresco de la Anunciación del siglo XIII. Es el
mural más antiguo de París.
La Bóveda rebajada se sostiene
mediante unos codales calados que unen las columnas de las naves laterales a
las paredes de los lados. Estas están decoradas con arquerías ciegas
trilobuladas y doce medallones en los que figuran los apóstoles. La flores de
lis de Francia sobre fondo azul de las bóvedas se alternan sobre las columnas
con las torres de Castilla sobre fondo púrpura, armas de la reina Blanca de
Castilla, madre de Luis IX.
LA CAPILLA SUPERIOR
Es un verdadero relicario
monumental y, como tal, está suntuosamente decorado. Las esculturas y las
vidrieras se complementan para glorificar la Pasión de Cristo y dar la
impresión de acceder a la Jerusalén Celeste, bañada de luz y color. Las
vidrieras de Sainte Chapelle contribuyeron a darle renombre desde su
construcción. Las 1.113 escenas de las quince vidrieras cuentan la historia de
la humanidad, desde el Génesis a la resurrección de Cristo. Catorce de las
vidrieras representan episodios bíblicos y se leen de izquierda a derecha y de
abajo a arriba.
Este es el esquema de
distribución de las diferentes historias que se representan las vidrieras.
La vidriera de la historia de las
reliquias de la Pasión. En la parte inferior de las ojivas lanceoladas se
cuenta desde el descubrimiento de Santa Elena de las reliquias en Jerusalén
hasta su llegada al reino de Francia.
La estatua de San Pedro. Es la
original, como otras cinco estatuas de apóstoles. El santo lleva las llaves del
paraíso. Ls estatuas de los doce apóstoles, como pilares de la iglesia, se
dispusieron simbólicamente en los arranques de las bóvedas con crucería ojival.
Son buen ejemplo de la armoniosa escultura parisina de rostros idealizados de
los años 1240 y 1260.
El gran relicario. Contenía las
22 reliquias de la Pasión de Cristo, entre llas un pedazo de la Sagrada Cruz y
la Corona de Espinas, se exponía en la tribuna, pero fue fundido en la
Revolución. Las reliquias que sobrevivieron se conservan en la actualidad en el
tesoro de la catedral de Notre-Dame de París.
El rosetón occidental ilustra el
libro profético de San Juan: el Apocalipsis aparece representado simbólicamente
frente a la Pasión de Cristo en el vitral central del corro. En el centro del
rosetón, Cristo viene con gloria al final de los tiempos para juzgar a vivos y
muertos.
Los 100 capiteles con decoración
foliácea de las paredes laterales son diferentes entre sí. En las enjutas de
las arquerías, los ángeles evocan las 42 escenas de los mártires que figuran en
los cuadrifolios.