La tipología de edificio más importante de la arquitectura islámica es la mezquita, lugar de oración para la comunidad musulmana, que tiene escasas exigencias constructivas. En realidad, basta con un espacio de terreno libre de impurezas, incluso sin cubierta alguna, donde el musulmán ora en dirección a La Meca. Pero las primeras mezquitas de Siria no tardan en crear un tipo monumental de planta rectangular, donde, a sus orígenes en la casa de Mahoma en Medina, se pueden añadir el eco de las basílicas paleocristianas. Su estructura suele ser la siguiente:
El
patio o SAHN, a cielo descubierto, rodeado de una arquería o un muro y con una
fuente o SABIL para las abluciones rituales que preceden a la oración, que
suele estar cubierta con un templete. En uno de sus lados se sitúa la torre
AL-MINAR Ó MINARETE, que puede tener diversas plantas (cuadrada, octogonal,
etc.), desde donde el almuédano llama a la oración. El patio precede a la Sala
de oración, dividida en numerosas naves o HARAM, orientadas perpendicularmente
hacia el muro o QUIBLA, que da frente al este, en dirección a La Meca. En este
muro se abre un nicho generalmente en el eje central, o MIHRAB, que es el lugar
santo de la mezquita y suele estar profusamente decorado. Su origen puede estar
en los ábsides paleocristianos o bizantinos. Ante el mihrab se sitúa la MAXURA,
un recinto generalmente cercado por estar dedicado al califa o al imán; junto a
la maxura se suele situar un púlpito o MIMBAR, desde el que se lanzan sermones
a los fieles.
En
época abasida se suelen añadir unas salas abovedadas, cerradas en tres de sus
cuatro lados, llamadas IWAN.
Podríamos
destacar como más relevantes la Gran Mezquita de Damasco y la Mezquita de
Córdoba.