Nacida en Roma en el siglo XVII, es una de las pintoras italianas más importantes y también una de las más desconocidas. Gran parte de sus estudios se han focalizado en la violación que sufrió cuando tenía 18 años y que condicionará toda su producción pictórica.
Su
formación la realiza en el taller de su padre y recibirá influencias a lo largo
de los viajes que realizará por Florencia, Venecia, Génova, Londres y Nápoles,
ciudad esta última en la que instalará su taller hasta el final de sus días.
Entre sus clientes figuran personalidades tan relevantes como las de Cosme II
de Medicis, Carlos I de Inglaterra o Felipe IV de España. Es decir, logró
hacerse un nombre en un círculo copado por artistas masculinos.
Su pintura
se caracteriza por la representación de figuras femeninas: heroínas, mujeres
con fuerza, decididas, que en cierto modo venían a reflejar su forma de ser.
Destaca el realismo de sus representaciones, así como la belleza de los
desnudos femeninos. Recibe la influencia de Caravaggio por medio de la figura
de su padre, pero mejorando los claroscuros, el fuerte colorido y el
tratamiento teatral de la luz.
En
Florencia será la primera mujer admitida en la Academia de las Artes del
Diseño, y en Nápoles ejercerá una gran influencia sobre el resto de pintores de
esta ciudad.
Entre
sus obras destacan “Susana y los viejos” y “Judith decapitando a Holofernes”.